dc.description.abstract | En la producción viverística de la regiones afectadas por la salinidad es frecuente regar
con aguas salinas, lo que puede ocasionar problemas de crecimiento y desarrollo en las
especies cultivadas, que repercuten negativamente en la calidad de la planta. Los síntomas
más comunes de la salinidad en la producción de plantas ornamentales son la reducción del
crecimiento, la manifestación de clorosis y necrosis foliares, y la caída de las hojas. Algunos
autores han estudiado si la reducción del crecimiento por la salinidad puede ser aplicada para
obtener plantas más compactas y reducir las necesidades de la regulación química, pero los
resultados obtenidos indican una baja eficacia (Vernieri et al. 2006).
Los síntomas por salinidad son consecuencia de los efectos fisiológicos y bioquímicos
inducidos por factores osmóticos e iónicos de las sales (Hare and Cress 1997; Munns, 2002). El
efecto osmótico provoca un estrés hídrico en la planta al disminuir el potencial osmótico del
medio que restringe las disponibilidades de agua de la planta reduciendo el crecimiento aéreo
(Neumann 1997) y radical (Wild, 1988). La deshidratación celular inducida produce daños
irreparables sobre las membranas y proteínas (Crowe, 1998). Esta restricción de la
disponibilidad hídrica produce una adecuación del potencial hídrico interno de la planta
mediante la acumulación de iones salinos y la síntesis de solutos orgánicos (Alarcón et al.,
1993). La primera actuación implica un riesgo de toxicidad, deshidratación y desequilibrio
nutritivo, y la segunda un desgaste energético (Munns, 2002). El efecto iónico de la salinidad radica en la absorción de iones salinos específicos hasta
acumular de forma directa concentraciones tóxicas (toxicidad iónica específica), y de forma
indirecta puede determinar desequilibrios nutricionales (efecto nutricional). Los iones que más
problemas inducen son el cloruro (Cl‐) y el sodio (Na+), aunque hay otros que también pueden
ser tóxicos. Algunas especies toleran el estrés salino evitando absorber estos iones o tolerando
altas concentraciones en los tejidos mediante compartimentación. La concentración de iones
salinos reduce la capacidad fotosintética al dañar cloroplastos (Soldatini y Gianini, 1985) y
reducir la clorofila y la actividad enzimática. Como consecuencia la planta es incapaz de
producir los carbohidratos que los órganos en crecimiento demandan, lo que implica una
mayor reducción de su tasa de crecimiento (Munns y Tester, 2008). La toxicidad por cloro se
manifiesta por la aparición de color marrón sueva en el limbo y una amarilleamiento del ápice
en las hojas que continua con su muerte y una clorosis general del limbo, mientras que la del sodio se inicia con una amarillez en el margen foliar que evoluciona necrosándose finalmente
(Ferguson y Grattan, 2005). En el medio de cultivo, el Na y el K compiten con la entrada en el
interior de las células radicales, y cuando las concentraciones de Na exceden a las del K se
producen efectos negativos porque las planta no puede mantener la relación K/Na en sus
tejidos (Munnss and Tester, 2008). Cuando la compartimentación de iones no es suficiente, la
hoja los acumula en el citoplasma o en las paredes celulares, provocando inactivación de
enzimas (Amtmann y Sanders 1999) o deshidratación (Flowers et al., 1991), respectivamente.
El Na+ puede inhibir la actividad enzimática por enlazar con los lugares de inhibición o por
desplazar al K+ de los lugares de activación (Serrano, 1996). El Na+ puede desplazar al Ca2+ de
las posiciones de intercambio en las membranas celulares (Cramer et al., 1985). El Ca2+ tiene
una importante función de estabilización de las membranas celulares (Cramer et al., 1985) Actualmente hay un creciente interés hacia la utilización de especies nativas en las
actuaciones de jardinería y paisajismo, que abren un prometedor mercado en el sector
ornamental, acorde con las actuales tendencias hacia lo naturalizado. Las especies silvestres
están bien adaptadas a sobrevivir bajo condiciones mediterráneas porque tienen una mayor
adaptabilidad al entorno, lo que potencialmente confiere una mayor resistencia a los estreses
medioambientales que imponen las condiciones climáticas de las zonas áridas o semiáridas,
donde la salinidad y escasez de agua son un claro exponente de éstas. La región mediterránea
constituye una fuente importante de plantas con gran potencial para el uso ornamental y
paisajístico, entre éstas, Chrysanthemum coronarium L. es una planta anual de la familia
Asteráceas, muy común en los márgenes de los caminos del sur de España, entre 0 y 500 m de
altitud. Dispone de tallos muy ramificados, que fácilmente alcanzan entre 50 y100 cm de
altura, cubiertos con hojas alternas y muy divididas. Sus flores, agrupadas en capítulos
solitarios, son liguladas en la periferia (amarillas o blancas), y flósculos en el centro. La
abundante y vistosa floración de este crisantemo, y su floración en invierno y primavera, lo
hace muy atractivo para su uso ornamental. Sin embargo, su excesivo y desproporcionado
crecimiento cuestiona su utilización ornamental como planta en maceta Una de las herramientas más utilizadas para reducir estos problemas de excesivo
crecimiento es la aplicación de fitorreguladores, por su efectividad, facilidad de uso y bajo
coste. Estos compuestos son útiles para controlar diversos aspectos del desarrollo vegetal con
interés agronómico y en distintos tipos de cultivos, como frutales, cereales, ornamentales, etc.
En el caso de los cultivos ornamentales, la literatura científica indica que su utilización se ha
centrado, principalmente, en mejorar la calidad de las plantas, haciendo plantas más
pequeñas, más compactas, con hojas con un color verde más intenso y una floración más homogénea y persistente. Resultados previos se han obtenido C. coronarium, demostrándose
que paclobutrazol y prohexadiona cálcica mejoraron el valor ornamental del crisantemo
silvestre en maceta (Valdés et al. 2008). Por otro lado, se ha sugerido la eficacia de los
fitorreguladores para mejorar la resistencia o tolerancia a estreses abióticos y bióticos
(Rademacher, 1995). Entre estos, el paclobutrazol ha demostrado su papel positivo para
reducir los efectos negativos de la salinidad en distintas especies (Saha and Gupta 1998; El‐
Kheir et al. 2000). Bañón et al. (2005) justificaron el efecto del paclobutrazol en adelfa porque
disminuyó la acumulación de iones tóxicos en los tejidos. Considerando que la aplicación de fitorreguladores y el riego con agua salina son dos
aspectos que frecuentemente van a coincidir en el cultivo de C. coronarium en zonas
semiáridas, el objetivo de este estudio fue determinar los efectos de la aplicación conjunta de
estos dos factores sobre el crecimiento, desarrollo, estado hídrico y acumulación de solutos
inorgánicos en la planta, y su relación con posibles daños en los centros de reacción del
fotosistema II y la integridad de la membrana celular. | eng |
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